Por qué hablamos de resiliencia al hablar de adopción

19 julio, 2017

Marta Reinoso Bernuz, profesora del máster universitario en Psicología infantil y juvenil: técnicas y estrategias de intervención

«No somos páginas en blanco, tal y como habríais querido.
Sino que al adoptarnos, adoptasteis también nuestro pasado»
Saroo, protagonista de la película Lion

Las tres perspectivas del triángulo de la adopción (persona adoptada, familia biológica y familia adoptiva) son abordadas en la película Lion, que tuve la oportunidad de comentar con la Dra. Meritxell Pacheco en el último cineforum los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación. La Dra. Pacheco es profesora de Psicología y Ciencias de la Educación y del Deporte de Blanquerna (URL) y psicoterapeuta experta en adopción. La temática de la película y el debate posterior que mantuvimos entronca con algunos de los contenidos que se abordan en el máster universitario en Psicología infantil y juvenil: técnicas y estrategias de intervención, que la UOC empieza a impartir el próximo mes de octubre de 2017.

La película –basada en hechos reales– trata la adopción como una medida de protección que puede tener un importante efecto reparador, favorecedor de la salud y el bienestar. Sin embargo, es evidente que el desarrollo de los adoptados no está exento de importantes retos, ya que afrontan situaciones específicas que no son habituales y que pueden generar dificultades. De ahí la importancia de realizar un acompañamiento y un seguimiento continuo y cuidadoso.

Repaso algunos de los principales temas tratados en el debate:

– La huella de los primeros años de vida

Las primeras relaciones afectivas son fundamentales para el desarrollo y la socialización de la persona. El ser humano nace profundamente inmaduro y frágil y la familia constituye la envoltura que ofrece protección, apoyo y ayuda. En este espacio físico, emocional y simbólico el niño puede ir madurando y tomando conciencia de sí mismo/a y del mundo que le rodea.

En los niños adoptados, las posibles experiencias adversas vividas al inicio de sus vidas (maltrato, abandono, institucionalización prolongada, malnutrición, etc.) constituyen situaciones estresantes y de alto riesgo. Muchos de estos niños tienen dificultades para adquirir una base de seguridad, ya que ésta se desarrolla a partir de la satisfacción de las necesidades básicas, la calidad y continuidad de las relaciones tempranas y la estabilidad del entorno, aspectos que se han visto gravemente comprometidos en su caso.

– Familia adoptiva y ciclo vital

La adopción y la vivencia de nuevas experiencias positivas en el seno de la familia adoptiva ponen en funcionamiento una serie de mecanismos de protección capaces de amortiguar el impacto de la adversidad inicial y redirigir una trayectoria evolutiva previamente amenazada. En este proceso de cambio y acoplamiento, la posibilidad de vinculación y reparación pasa por la experiencia de confianza básica, que se genera a partir del ejercicio de las funciones parentales en términos de calidez, contención, sensibilidad, flexibilidad, apoyo incondicional y dedicación.

De hecho, adaptarse a la adopción se entiende como un proceso continuo y gradual, ya que en cada etapa del ciclo vital se plantean nuevos desafíos, y la manera como la familia adoptiva los encare ejercerá gran influencia en el adoptado/a. La resiliencia individual y familiar entendida como la capacidad para adaptarse al cambio, tolerar la ambigüedad y la incertidumbre, mantener unas expectativas realistas y esperanzadoras, movilizar los recursos necesarios, elaborar las pérdidas y dotar de sentido las experiencias es lo que explica el éxito del proceso adoptivo y el asentamiento de la filiación adoptiva.

– Comunicación entorno a la adopción

En la medida que la familia adoptiva se sienta cómoda hablando de todo lo que rodea la adopción, más cómodo se sentirá el adoptado/a. Diversas investigaciones muestran que la comunicación adecuada y fluida en relación los orígenes contribuye al desarrollo saludable de la identidad, refuerza los lazos de pertenencia y consolida los vínculos.

Hay que ayudar a los niños y jóvenes a enlazar las experiencias de vida, de modo que puedan construir una historia ordenada y ligada, con una continuidad y un sentido global. La manera en que el adoptado/a va entendiendo y asimilando su historia está muy relacionada con la forma de percibir el entorno, de mostrarse a los demás y relacionarse con él, de estar satisfecho consigo mismo/a y, también, de aprender.

– Comprensión de la adopción y búsqueda de los orígenes

La construcción de la identidad –vinculada a la adopción y los orígenes– es clave en toda persona adoptada y es una de las cuestiones principales. A partir de la media infancia y sobre todo en la adolescencia, con la mayor comprensión del significado y las implicaciones de la adopción –y con la consiguiente necesidad de elaboración de la dualidad abandono-adopción y la doble identificación (filiación biológica y filiación adoptiva) –, los interrogantes sobre la propia identidad y la pertenencia familiar aumentan. Entonces es importante validar y normalizar el interés y la curiosidad: las preguntas relativas a los padres biológicos, el país de nacimiento y las circunstancias relacionadas con su adopción son naturales y formando parte del proceso de crecer.

Por otro lado, el desconocimiento de ciertos hechos ocurridos en edades tempranas puede impulsar la búsqueda de los orígenes en momentos vitales clave. Para el individuo, esta búsqueda supone una exploración necesaria derivada de la voluntad de saber más de sí mismo y de establecer puentes entre pasado y presente. Conviene que este proceso se desarrolle gradualmente y siempre de acuerdo con las características y necesidades de la persona adoptada, a fin de asegurar que cuenta con los recursos suficientes para ir elaborando y asimilando lo que vaya aconteciendo.

Referencias:

Brodzinsky, D.M., Schlechter, M. y Marantz Henig, R. (2011). Soy adoptado. Barcelona: Editorial Grupo 5.

Juffer, F., Van IJzendoorn, M. H. y Palacios, J. (2011). Recuperación de niños y niñas tras sume adopción. Infancia y Aprendizaje, 34 (1), 3-18.

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