Por qué las patologías del lenguaje disponen de un nuevo día de sensibilización

22 septiembre, 2017

Alfonso Igualada Pérez, director del Grado de Logopedia y miembro de los grupos de investigación GRECIL y GREP.

Por primera vez, el 22 de septiembre de 2017 se celebra el día de la sensibilización sobre el Trastorno del Desarrollo del Lenguaje (TDL), en inglés ‘Developmental Language Disorder’ o DLD. Aparte de dar a conocer una patología clave que hay que detectar a los entornos educativo, terapéutico y médico, también se celebra la creación de una nueva terminología diagnóstica.

El Trastorno del Desarrollo del Lenguaje afecta aproximadamente a 2 niños de cada aula escolar, según un estudio epidemiológico realizado en el Reino Unido (Norbury et al., 2016) que apunta, además, que el 7,5% sufre TDL sin una afección biomédica asociada. Es decir, sin concurrencia de otras condiciones tales como el síndrome de Down, el trastorno del espectro autista o afectaciones neurológicas del desarrollo.

Es clave saber que el TDL puede tener un impacto severo en los siguientes aspectos del día a día:

– Comunicación con los demás.

– Dificultades de lectura y la progresión académica.

– Deterioro de las habilidades sociales con coetáneos.

– Dificultades de inserción laboral en posiciones de trabajo cualificado.

– Riesgo de depresión.

Ver ‘fact sheet’ en la web de la campaña RADLD.

Una discapacidad oculta

Una dificultad para diagnosticar el Trastorno del Desarrollo del Lenguaje es que la poca facilidad para hablar en los primeros años de vida no se considere preocupante y, como consecuencia, se tarde en reaccionar. Y, además, para identificarla como trastorno es necesaria la evaluación por parte de un profesional de la logopedia, poco frecuente en los servicios públicos educativos y médico-terapéuticos.

El reconocimiento de la expresión Trastorno del Desarrollo del Lenguaje es un primer paso para mejorar el diagnóstico y el tratamiento. La terminología se ha definido siguiendo un procedimiento científico (método Delphi), resultado del consenso de expertos en logopedia, psicología, educación, medicina, audiología y representantes de asociaciones de personas con patología del lenguaje (ver CATALISE: A Multinational and Multidisciplinary Delphi Consensus Study. Identifying Language impairments in Children Bishop y cols., 2016).

Las últimas semanas, un gran número de profesionales y familiares se han suscrito a varias incitativa impulsadas en las redes sociales para la campaña RADLD, que busca concienciar a la sociedad sobre este trastorno (Raising Awareness of Developmental Language Disorders) (Ver @RADLDcam y #DLD123 en Twitter y la campaña RADLD).

Más allá de la terminología

La diversidad de terminologías utilizadas para referirnos al Trastorno del Desarrollo del Lenguaje dificulta la comunicación sobre el tema y aporta complejidad a la investigación, al comparar resultados que ayuden a mejorar su detección, evaluación y tratamiento. Pero también limita a los niños (y adultos) a acceder a los recursos necesarios para progresar en su competencia comunicativa y lingüística. En su estudio, se ha denominado de varias maneras: la expresión más reciente, y que todavía se utiliza con frecuencia en nuestro contexto, es Trastorno Específico del lenguaje (TEL) (en inglés ‘Specific Language Impairment’ o SLI), pero también ha recibido el nombre de disfasia del desarrollo o trastorno primario del lenguaje.

Es decir, un tipo concreto de etiqueta diagnóstica –y su caracterización a los manuales diagnósticos–  hace que las políticas de atención educativa, terapéutica y médica puedan incluir o no a sus procedimientos una persona con dificultades reales del lenguaje y la comunicación. Mientras que si nos basamos en las evidencias científicas del estudio CATALISE y las aportadas por los expertos en las patologías del lenguaje, como la American Speech-Language-Hearing Association, encontramos que se recomienda el uso de un término que abra e incluya la diversidad de patologías del lenguaje a un espectro más amplio.

Por qué hablamos de trastorno de ‘desarrollo’ y no ‘específico’

Con el uso de la nomenclatura TDL se pretende ampliar el espectro de funcionalidad lingüística a un paraguas más amplio de la epidemiología de las patologías del lenguaje, con el objetivo de comunicarnos mejor y dar acceso a los servicios a todas las personas con dificultades del lenguaje.

El TDL se caracteriza en niños y adultos por la presencia persistente de dificultades del lenguaje, que afectan sus actividades cotidianas y en ausencia de una condición biomédica específica. Se incluye un amplio rango de dificultades relacionadas con habilidades del lenguaje, en áreas tales como la morfosintaxis, la semántica, el uso del lenguaje (pragmática), los sonidos del habla, los procesos necesarios de memoria de trabajo o las habilidades para producir palabras. La etiqueta TEL restringe la definición de estas dificultades a los niños que no tienen otras dificultades asociadas de tipo cognitivo o motriz (de ahí la etiqueta ‘específico’) y se limita a ciertos baremos de especificidad, que básicamente se han restringido por motivos de control de la investigación.

Por el contrario, según se avanza en el conocimiento, cada vez es más obvio que estas dificultades del lenguaje co-existen, por ejemplo, con ciertas dificultades de atención o de coordinación motora. Por lo tanto, hay que abrir la etiqueta diagnóstica y su caracterización, para evitar excluir del tratamiento los casos que caen en un vacío y que tienen dificultades reales y persistentes del lenguaje.

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Autor / Autora
Alfonso Igualada
Logopeda, Doctor en Ciencias del Lenguaje. Director del grado de Logopedia UVic-UCC, UOC y profesor Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación. Investigador del grupo GRECIL.