La comunidad sorda, una minoría cultural y linguística poco cuidada

23 septiembre, 2019

Noemí Tomé, graduada en Educación Social por la UOC, actualmente estudia el Máster universitario de Dificultades del Aprendizaje y Trastornos del Lenguaje. Relacionada laboralmente con campos de vida independiente y servicios laborales para con la diversidad funcional. Profesionalmente ha estado vinculada con la Federación de Personas Sordas de Catalunya.

El dia 23 de septiembre es el Día Internacional de las Lenguas de Signos, y el 29 es el Dia Internacional de las Personas Sordas, el DIPS. Este año es especialmente importante porqué coincide con el XVIII World Congress of the World Federation of the Deaf. Este último evento se celebra una vez cada cuatro años y el lema de este año ha sido: Sign Language Right for All (Lengua de Signos, derechos para todos y todas).

La lengua de signos es una lengua completa, compleja y natural

Encontramos los primeros testigos de la lengua de signos (LS) en la Grecia Clásica. Pero la primera escuela está fechada más adelante, en el 1760 en Paris y fundada por el Abad del épée, aunque en Cataluña no se inauguró ninguna hasta el año 1800. A finales del XIX esta modalidad educativa firmante se prohibirá en favor de una educación oralista con la idea de la integración y participación de la persona en el mundo oral, a pesar del sacrificio que ello implicaba en el propio aprendizaje de conocimientos y tiempo de socialización.

En los años sesenta del siglo XX la lengua de signos es reconocida como lengua gracias a las aportaciones hechas por William C. Stokoe, y comienza su recuperación sin obviar lo que supuso la prohibición en el desarrollo de la lengua y la privación lingüística en las personas sordas. Actualmente, el ideal hegemónico sigue siendo el mismo que el del siglo XIX: positivismo, racionalismo, ciencia, integración, etc.

La lengua de signos es la lengua utilizada por las personas sordas firmantes, oyentes/as usuarios/as, intérpretes, mediadores comunicativos, investigadores/as, profesores/as y simpatizantes de esta minoría que encaja bien poco en el paradigma médico-rehabilitador de la economía neoliberal. Este paradigma ha priorizado el milagro de llegar a ser oyente -Audismo, oralismo, Logocentrismo- y en detrimento de la educación y socialización: misión de la Educación Social.

La divergencia está servida: la LS como herramienta que se utiliza en última instancia, siempre y cuando la rehabilitación no funcione, o bien, la LS como lengua natural y plenamente accesible medio por el que se traspasa una cultura y unos conocimientos y se crean nuevos. En síntesis, una visión biomédica o una visión sociocultural. 

La LS se presenta también como herramienta política-reivindicativa, tanto por el propio colectivo de las personas sordas como por disciplinas como la Educación Social: el principio de respecto a los Derechos Humanos. (ASEDES, 2007, p. 24).

Lengua amenazada

Ante este diagnóstico no sería de extrañar pues, que la lengua de signos no sea la lengua utilizada por la mayoría de las personas sordas, es una lengua amenazada y en peligro de extinción en nuestro país, situación contraria a la de otros países como los nórdicos o Estados Unidos.

Aquí existen leyes que reconocen la lengua de signos catalana y española como lenguas oficiales, pero en la práctica estas leyes no se desarrollan; un pseudo reconocimiento que nos hace pensar en la imposibilidad del reconocimiento como minoría lingüística y cultural.

Pero no es sólo el concepto lingüístico del amenazado, ya que una lengua condiciona una determinada representación del mundo. Tanto es así que existe una manera firmante de percibir el mundo muy diferente de cualquier otro que está en peligro de extinción.

Esta situación denigrante viene dada por el sentido de superioridad de nuestra cultura oyente, un exceso de egocentrismo que no nos permite entender cómo las personas pueden identificarse con otros atributos diferentes a los nuestros. La Educación Social nos convoca a ser críticos y disidentes con las relaciones de poder estructurales de nuestro sistema.

Restringir su uso a las personas sordas es negarles sus Derechos lingüísticos, contravenir su libertad y dignidad, y vulnerar leyes nacionales e internacionales que apoyan su respeto, protección y promoción« World Federation of the Deaf

La transculturalidad, un malentendido de la interculturalidad

La lengua de signos es un marcador de identificación y el atributo fundacional de la comunidad sorda. El estigma impuesto por la sociedad oyente hacia las personas sordas se ha transformado en motivo de orgullo, creando así una identidad defensiva para con aquellos que los intentan normalizar (dominar). Observamos que esta minoría se crea y es originaria de su discapacidad, y esa es su fortaleza: una discapacidad que se convierte en diversidad cultural; del déficit pasamos a la ganancia.

Noemí Tomé
Noemí Tomé

Como en toda cultura, la intradiversitat y la conflictividad dentro de ella misma es lo común, y más cuando se caracteriza por una extrema heterogeneidad: la propia diversidad y experiencia con la sordera (clasificación de la sordera, momento de adquisición, padres oyentes, sordos, CODA, competencia lingüística, competencia comunicativa, etc.) se añade a la propia diversidad humana.

Observamos la complejidad identitaria como proceso permanente de identificación. En este siglo XXI da miedo hablar de la propia identidad, de la propia comunidad, sin embargo, ¿no es cierto que todos formamos parte de un lugar primigenio, interactuamos en un espacio, un tiempo, nuestra primera lengua, unas costumbres, nuestra familia, las personas, mis estudios…? Pues ésto es constitutivo de la cultura. La posibilidad de esta identificación nos ayuda a crear un relato de nuestra subjetividad.

La transculturalidad busca lo igual y común entre las personas, pero borra los rasgos particulares constittutivos de la subjetividad, y en no dar valor a las diferencias culturales provoca en la persona una pérdida de referentes identitarios y culturales. En contraposición, la interculturalidad convoca al respeto y la solidaridad entre las diferencias, y la Educación Social debe ser un puente de unión entre estas.

Sin diálogo no puede haver un inter  

La lengua es un medio de interacción que nos posibilita el contacto y el diálogo con el otro diferente y extraño a nosotros.

Somos conocedores de que la comunicación en la Educación Social no pasa únicamente por la competencia lingüística, hay toda una significación histórica-cultural que debemos reconocer: responder a la alteridad. Eso sí, saber la lengua es el primer paso para este inter

Tener competencia comunicativa no se es sinónimo de competencia lingüística, muchas personas sordas tienen sólo la primera, lo que implica la imposibilidad de acceder al entorno. Sin embargo, tener las dos competencias tampoco garantiza el diálogo para que éste implique una intencionalidad para responder al otro. El diálogo requiere unas condiciones de horizontalidad que evite las habituales posiciones de superioridad de los oyentes, se debe estar abiertos a la transformación, no se debe tolerar la existencia del mundo sordo firmante sino que debemos convivir sordos y oyentes.

La persona sorda hace el esfuerzo para recorrer el camino para convivir con la sociedad oyente, para disfrutar de sus derechos y cumplir con sus deberes como ciudadano, pero se necesita que la comunidad oyente recorra la otra parte del camino para su logro y por justicia social, principio básico de la Educación Social.

La inclusión excluyente 

lengua de signos

Aún hoy en día, y para las personas sordas, se entiende la inclusión como integración. El conjunto de planes y normativas de los últimos años apuestan por su participación en la sociedad, pero es la persona sorda la que debe adaptarse a los tiempos y espacios creados por la mayoría. La responsabilidad de su participación recae sobre ella y su entorno más cercano.

Esto se puede visibilizar más claramente en el ámbito de la escuela donde sabemos que hay más intencionalidad política: el aumento de matriculación de personas sordas en escuelas ordinarias no es sinónimo de inclusión y respeto a la diferencia, se puede estar físicamente en el mismo lugar e incluso puede haber una cierta socialización pero no es inclusión, y no debemos olvidar que ésta es un derecho fundamental.

Para hablar de inclusión deberíamos estar hablando de escuelas con un modelo bilingüe, con modelos adultos sordos que servirán como referentes, compañeras oyentes y sordas y profesores con un alto dominio de la LS. En Cataluña encontramos que sólo hay una escuela de primaria y un instituto que cumplen estos requisitos, e incluso en estas la lengua de signos no tiene el mismo uso ni la misma representación que la lengua oral.

Hay que decir que no todas las personas sordas pueden acceder libremente a estos centros educativos bilingües. Los servicios educativos especializados que valoran y orientan las familias tienen mucha influencia de la ciencia médica; a las familias no se les presenta un modelo de escuela con todas las opciones sino que se les presenta la modalidad educativa oral y la bilingüe como dos opciones que son mutuamente excluyentes.

Si nos cuestionamos esta inclusión en este campo de acción nos podemos hacer una idea de cómo será en otro en el que no haya tanta intencionalidad política y mediática. Se hace patente la situación de exclusión de las personas Sordas en la política, la economía, la sanidad, el ámbito social, educativo, cultural, laboral…

La Educación Social tiene la responsabilidad de la defensa de la LS allí donde tiene el poder de hacerlo

Pensamos en nuestro día a día en el trabajo: un menor migrante no acompañado, una mujer en acogida, una mujer privada de libertad, un hombre con una dificultad de salud mental, diversidad intelectual, un alumno de secundaria, una mediación, un servicio laboral, etc. En éstas, ¿cuántas situaciones de discriminación experimentamos? Pues añadid además que no haya una comunicación directa y plena con la persona.

Si pensamos en el principio de la acción socioeducativa del código deontológico del educador y educadora social, nos damos cuenta de que se hace imposible establecer una relación educativa sin esta comunicación. En algunas ocasiones, se podría contar con el servicio del intérprete de lengua de signos o con el de mediación comunicativa, pero, además de que no son servicios garantizados, su presencia configura una relación ternaria donde masas personas están influyendo sobre el mensaje , donde hay una falta de intimidad, dificultando la creación de un clima de confianza y la cercanía necesaria para el acompañamiento.

Con todo lo comentado hasta el momento, observamos un maltrato estructural y sistémico. Las personas sordas no nos interpelan únicamente a un aprendizaje de un nuevo idioma, a unas reivindicaciones y a unas investigaciones sobre una discapacidad concreta, sino que nos interpelan a responder preguntas como: ¿Auténticamente estamos dispuestos a ofrecer el lugar que corresponde a la diferencia? ¿De verdad creemos en la riqueza de esta? ¿De verdad el otro es un extraño al que no debemos pretender comprender? ¿Estamos dispuestos a bajar del escalón de la superioridad y darnos cuenta que la lengua oral no es la única realidad social? ¿Estaríamos dispuestos a aceptar el sordocentrismo? ¿A acceder nosotros a lo inaccesible? 

La lengua de signos: una herramienta pedagógica y política para descubrir, al servicio del educador social 

https://www.youtube.com/watch?v=xA9wI32nBD8

Sería ético sentirnos próximos con la cultura Sorda e intensificar, más que la comunicación, la responsabilidad con el otro como lo que nos hace humanos, los sordos hacia los oyentes y de los oyentes hacia los sordos pues en el «ser para el otro»es donde yo existo. Y recomendaría un interés auténtico por los Estudios Sordos desde los sordos y su incorporación en el currículo de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación

Estas conclusiones son fruto de parte de la investigación realizada para mi TFG (1r premio al mejor TFM del grau d’Educació Social) y desde entonces la UOC se ha hecho eco. Producto de ello fue la dedicación del Xll Coloquio de Educación Social a las personas sordas, que llevó como título La descolonización del cuerpo Sordo

«Creo firmemente en la posibilidad de diálogo entre los dos mundos, las dos culturas. Vivo con los que sienten, me comunico con ellos; vivo con los sordos, me comunico aún mejor; es lo normal. Pero el esfuerzo necesario para esta comunicación siempre lo tenemos que hacer nosotros […] me empeño, sigo buscando, desearía la unión en esta relación” Emmanuel Laborit (2015)


Resumen del artículo en lengua de signos

Foto principal: Jo Hilton a Unsplash

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Autor / Autora
Graduada en Educación Social por la UOC, actualmente estudia el Máster universitario de Dificultades del Aprendizaje y Trastornos del Lenguaje.