Alejandro Jadad y la construcción de una sociedad más consciente, informada, tranquila y sana

26 junio, 2018

Manuel Armayones, director de Desarrollo del eHealth Center de la UOC y profesor de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación, y Beni Gómez-Zúñiga, profesora de los mismos Estudios. Ambos son investigadores del grupo PSiNET.

El médico y doctor en Filosofía por la Universidad de Oxford Alejandro Jadad trabaja con las Tecnologías de la Información y la Comunicación para construir un nuevo paradigma de salud que incida en un sistema más justo y que supere el actual modelo social y productivo. Jadad fue investido doctor ‘honoris causa’ por la UOC en enero de 2018 y en su intervención explicó por qué considera que el actual modelo «amenaza nuestra salud individual y nuestra supervivencia como colectivo». Para incidir sobre ello, propone «buscar soluciones más globales, con el objetivo de conseguir una sociedad más consciente, informada, tranquila y sana».

De acuerdo con la línea de conocimiento de este reconocido médico y filósofo, desde el grupo de investigación PSiNET i desde el eHealth Center de la UOC intentamos dar respuesta a iniciativas que contribuyan a que las empresas puedan expandir la pandemia de salud. Consideramos que la salud como  fenómeno holístico “no se circunscribe a ningún espacio ni ningún tiempo, algo que parecemos olvidar cuando hablamos del ámbito laboral”. Si partimos de esta visión holística de la salud, no podemos dejar de considerar a la empresa como un agente crítico en la población, ya que pasamos muchísimas horas de nuestra vida trabajando. El reto, por lo tanto, consiste en impulsar que las organizaciones promuevan la salud de sus empleados.

El concepto de ganarse la vida

Destacamos la comparación que hace John G. Bruhn (‘Trust and the health of organizations’, Plenum Publishers, 2001) entre la definición de salud de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el concepto de empresa saludable. El cuerpo sería la estructura, el diseño organizacional y los procesos de distribución del trabajo y de comunicación. La mente tendría como símil la cultura corporativa y el conjunto de creencias, objetivos y políticas. Y el espíritu de la compañía se asimila con la misión, visión y valores corporativos.

Ahora bien, la definición de salud por parte de la OMS ha sido superada conceptualmente por autores que apuntan lo «imposible y poco operativo que resulta pensar en estados completos de bienestar físico, mental y social», y apuntan más hacia las características individuales de salud y su habilidad para gestionar los propios recursos disponibles en un entorno al que conviene adaptarse. Por tanto, la nueva definición supone un rol más dinámico en las personas.

Una empresa gestora, más que promotora

Las personas podemos generar y transmitir salud a las empresas, así como también pueden hacerlo los familiares de pacientes. En cuanto a la predisposición de la empresa ante la salud, es habitual que las personas perciban que la empresa ha jugado un papel de gestora y  previsora, más que de promotora.

Algunas investigaciones apuntan a organizaciones saludables y resilientes, como las que consiguen mejores resultados en sus trabajadores. Son las que van más allá de la reparación de trabajadores y que invierten esfuerzos en mejorar su salud en el sentido más amplio, motivarlos y hacerlos más resilientes. Este rol está íntimamente ligado al concepto de ‘salutogénesis’ de Aaron Antonovsky (‘The salutogenic model as a theory to guide health promotion’, Heal Promot Int. 1996) y pivota sobre la idea de que la organización dedique esfuerzos a crear y mejorar la salud de los trabajadores, y no únicamente en disminuir su malestar.

ePacientes es otra iniciativa que tenemos en cuenta. Hace referencia a “pacientes proactivos con buen conocimiento de tecnologías digitales, que las utilizan para mantener su salud, mejorar la gestión de las causas de salud negativa, mejorar la investigación y el sistema de atención de la salud en general”. Es el caso del paciente empoderado que toma decisiones razonadas y compartidas con los profesionales que le atienden, y que evoluciona hacia un rol de ‘patient advocacy’ que contribuye a la mejora del sistema sanitario.

¿Qué conviene hacer?

En definitiva, para extender la pandemia de salud desde familias y asociaciones de pacientes hacia el interior de las empresas hay que avanzar hacia una mayor claridad entre asociaciones de pacientes y organizaciones. Una buena manera sería poner en marcha plataformas de pacientes que puedan contactar con empresas interesadas en aportar valor y, a modo de voluntariado corporativo, contribuir a la construcción colaborativa de soluciones. Un ejemplo sería Innocentive, que permite que un determinado problema empresarial sea propuesto a la comunidad para su solución.

La universidad, como organización focalizada en docencia e investigación, tiene también grandes oportunidades para intervenir en la generación de un triángulo con las entidades de pacientes y las empresas. Sobre todo, porque puede ofrecer la validación académica de esfuerzos que estudiantes de distinto nivel puedan realizar desde empresas hacia organizaciones sin ánimo de lucro.

Quizá las organizaciones como entes vivos que son tienen también un sentido de la coherencia propio sobre el que se puede intervenir, para ser capaz de afrontar situaciones complejas y traumáticas. Sin duda, desde la empresa saludable se debe desarrollar la capacidad de comprender la complejidad de los problemas de salud mucho más allá de sus paredes, y también de gestionarlos de manera holística.

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